lunes, 30 de abril de 2012


ETÉREA PERMANENCIA

 Me encuentro insondablemente aferrada a mis recuerdos.
Recuerdos espinosos e hirientes como los agrestes zarzales del campo.
¡Que curiosa es la memoria!  En su afán por encontrar la eterna felicidad, trata taxativamente de borrar con automático desgaire, esos ayeres susceptibles de entorpecer tus prometedoras mañanas, manteniendo en enhiesto cenit aquellos otros que apuntalan fuerte futuras ensoñaciones, que cauterizan cruentas heridas de guerra, que hacen palanca para lanzarte pletórica y con firme seguridad a devorar el mundo.
Pero yo, aún me encuentro fuertemente aferrada a mis facundos recuerdos.
Estos caen silenciosamente atrapados en mi atormentada alma, adhiriéndose sin posibilidad alguna de  escape, como inermes insectos en falaces telarañas.
Permanezco sin resuello en un aquiescente estado de insidiosa  abulia, barruntando un inevitable final,  esperando pacientemente la llegada de una salvadora catarsis para subterfugio de esas tenaces rememoraciones que me están matando, y así escapar serpentinamente a sus fríos desaires y  ardorosos desvelos.
Permanezco mortalmente herida y con irreversibles secuelas, tratando a duras penas de avanzar sin miedo, pero temerosa de sufrir de nuevo.
Me encuentro pues, anclada a mis recuerdos secretos, vaga e intermitentemente custodiados por mis estultos anhelos. 
Concha González©

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